Negras tormentas agitan los aires trayendo consigo una ofensiva reaccionaria de gran magnitud. El patriarcado pretende perpetuar sus privilegios y las conversaciones (sobre todo mediáticas) que se dan en torno al feminismo giran hacia una deriva moralista y esencialista donde la empatía es algo que no se toma en serio.
Si algo hemos aprendido, es a llamar a las cosas por su nombre. Por eso, debemos de seguir poniendo la atención donde consideramos que es necesario ponerla: todas las violencias (sexual, institucional, digital, económica, laboral, vicaria, capacitista, climática, racista y colonial) patriarcales y machistas que atraviesan nuestros cuerpos día a día, su normalización y el marco estructural que les da impunidad. Solo entre nosotras podemos señalar y responder a esas violencias.
Organicemos nuestra rabia para quemar su viejo mundo, en el que no encajamos (ni queremos encajar). Solo nosotras podemos liberarnos, y solo hay forma de hacerlo a través de la horizontalidad y el apoyo mutuo. Participando en procesos asamblearios, autónomos y combativos (con la paciencia y la empatía que requieren) en cada trabajo, barrio, sindicato y ciudad.
Solo a través de la lucha colectiva y compartida conseguiremos quemar todo de arriba a abajo, porque, ¡juntas somos fuego!
Somos fuerza y deseo de transformación.
Hacia horizontes cargados de luz…
CNT-AIT