A raíz de la crisis del sistema capitalista, agravada por la pandemia del Covid19, estamos asistiendo a una paulatina destrucción del empleo afectando a diversos sectores concretos como la hostelería o todo lo relacionado con el mundo de la cultura y el ocio, entre otros, generando un efecto domino al paralizarse el consumismo, usándose este último concepto como pretexto por numerosxs empresarixs para prescindir de parte de su masa asalariada, al ver menguados sus beneficios. Una vez más, se “socializan” las pérdidas entre lxs trabajadorxs, cuando nunca se repartieron las ganancias.
Ante esta tesitura, el gobierno de turno, esta vez autodenominado “progresista”, ha optado por poner en marcha diferentes medidas disfrazadas de protección laboral y social, según nos han contado, para tratar de mantener los puestos de trabajo. Hablamos de los “ERTE´s por fuerza mayor” y el “Ingreso Mínimo Vital”.
Sin embargo, si nos referimos al caso de los ERTE´s, en la práctica, podemos observar como esta medida es realmente de protección de la masa empresarial, puesto que deja en suspensión miles de contratos, pasando une determinadx trajadxr afectado a percibir un 70% de su salario, por lo que, para empezar, dichx trabajadxr ve disminuida su capacidad adquisitiva.
Además hemos podido comprobar la amplia demora a la hora de recibir esta cuantía, por lo que numerosas familias se han visto obligadas, en el mejor de los casos, a consumir los ahorros que tuvieran para imprevistos….en el peor de los casos, las familias que carecían de un colchón económico han pasado a engrosar las colas de las redes de apoyo mutuo o de comedores sociales, para recibir una cesta de comida.
Ante todo ello, podemos comprobar como el/la gran empresarix no ha perdido, puesto que el Estado ha pasado a cubrir parte del salario que tenía que pagar a sus trabajadorxs. Somos conscientes de que el/la pequeñx empresarix también está sufriendo esta situación (en un sistema de dominación como el capitalista “el débil” es devorado en momentos críticos).
De nuevo, es la clase trabajadora quien paga los platos rotos y ve disminuida su capacidad económica, mientras que el Estado gasta ingentes cantidades de dinero, que es fácil pensar, pretendan recuperar a golpe de recortes presupuestarios en pensiones, sistema educativo e incluso en el sistema sanitario, cuando debería ser prioritario, más si cabe en el contexto actual, reforzarlo.
En cuanto al Ingreso Mínimo Vital, creemos, no deja de ser una tirita en una herida enorme, mas pensada probablemente para apaciguar un estallido social y que puede generar una disminución de los salarios y el aumento de la economía sumergida. Es fácil vislumbrar que tanto a empresarixs como a trabajadorxs precarixs les pueda interesar en un momento dado desempeñar trabajos a sueldos bajos y en negro, y así complementarlos con el IMV. Es evidente que el motivo de tal conducta no tendría las mismas motivaciones en la empresa (rebaja salarial), que en la persona trabajadora (llegar a fin de mes).
Por todo lo relatado anteriormente, desde la CNT-AIT Sierra de Madrid lanzamos la idea de la reducción de jornada laboral a 30 horas semanales, sin reducción de salario. Estas son las consecuencias que, pensamos, podrían tener:
- Creación de puestos de empleo que podrían “recolocar” a miles de personas en paro o con el contrato de trabajo “suspendido”.
- Reparto de los beneficios empresariales, al tener que pagar las empresas un determinado salario íntegro a más personal contratado.
- Desahogo del presupuesto estatal…al menos que no tengan la excusa del “no hay dinero” si nos quieren recortar pensiones, sanidad, educación, infraestructuras etc.
TRABAJAR MENOS, TRABAJAR TODXS
30 HORAS SEMANALES DE TRABAJO SIN REDUCCIÓN SALARIAL