¿Aún te lo crees? No les votes

Una vez más se llama a la clase trabajadora a la elección de los “nuevos” gestores de la miseria, de la injusticia y de la explotación. Como si en el votar existiese un poder, una fuerza, un compromiso con los asuntos públicos, cuando el votante de hoy es un consumidor de política, es decir, lo contrario de un sujeto emancipado.

Lejos quedaron los días en los que se gritaba en las plazas “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros” tras una gran crisis económica, en la que parecía que la clase trabajadora se había percatado que los políticos de todos los colores no tenían más que como fin último la supervivencia de lo que se ha llamado status quo. En aquellos momentos se señalaba a los dos partidos mayoritarios PP-PSOE como gestores de esa miseria e injusticia. Sin embargo, poco se tardó en intentar pasar la lucha de la calle al parlamento, y así, no faltaron quienes lo aprovecharon para querer sumarse al predilecto club de los gestores. Desde aquel momento no han parado de salir nuevos partidos; “PODEMOS”, “CIUDADANOS”, “VOX”, “SUMAR”… en una rueda que parece no tener fin.

Como se dice; “Quién olvida su historia está condenado a repetirla” , y así nos encontramos una década después, con más jugadores en el mantenimiento de un juego en el que siempre perdemos la misma clase. Las herramientas usadas en este juego electoral se han basado principalmente en dos fórmulas; el miedo y el mal menor. Y no es de extrañar el uso del miedo con fines políticos, pues las derechas y las izquierdas encuentran en éste el gran aliado para que existan los votantes y con ello justificar su propia existencia, ¿cómo si no la justificarían? Precisamente es la carencia de miedo la que rompe con el consumo de política.

El no tener nada que perder, el conocimiento por experiencia pura de que ni las izquierdas ni las derechas pueden solucionar la injusticia social y económica, es justo por lo que las poblaciones con más alto índice de pobreza son quienes más se abstienen de votar. Y quienes más votan son precisamente las clases altas. Es por ello también, que no se sostiene que la abstención deriva de un “privilegio” porque no tienes nada que perder. Señalar a tu misma clase es uno de los grandes triunfos de los mercaderes de nuestra fuerza de trabajo y de nuestras vidas.

Los avances en derechos de la clase trabajadora se realizaron gracias a su organización, a un gran número de sujetos emancipados, y sólo de esta forma se pueden mantener, y avanzar a una sociedad donde no exista la miseria, la injusticia y la explotación. La jornada de 8 horas o el derecho al descanso semanal son buen ejemplo de ello.

El poder no está en la fuerza del voto sino en la capacidad de organizar la producción y la vida.

Por la abstención activa,

CNT-AIT

cntait

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